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lunes, 29 de septiembre de 2014

Lego entra en el currículo

El juego de construcciones danés es un recurso educativo cada vez más extendido. Cuatro colegios madrileños ya enseñan Física o Humanidades utilizando sus robots o escenificando con sus fichas
 
Las construcciones de Lego, un juguete que fascina a padres e hijos desde hace 40 años, va camino de convertirse en algo más en un aula. Ha pasado a ser una herramienta educativa con usos múltiples no solo en las clases de Tecnología, sino en las de Humanidades o Matemáticas. Y para todas las edades: los bebés aprendiendo motricidad fina con enormes piezas o los de secundaria con complejos robots, coches sostenibles o molinos que producen energía.
 
Por eso Lego, tras convertirse en una concurrida competición por toda España, donde existe una liga, tiene cada vez más presencia en las clases extraescolares. En la Comunidad son unos 700 alumnos y empieza ahora su expansión dentro de los contenidos curriculares de algunos colegios. Son ya diez en toda España, de ellos cuatro en Madrid. Los centros privados Liceo Europeo, SEK, Brains y Ramón y Cajal han sido los primeros en integrarlos.

Son las once de la mañana y 14 alumnos del Liceo Europeo de ocho años se reparten en cuatro grupos dentro lo que se conoce desde comienzo de curso como Aula Lego. “Igual que existe un aula de informática o de idiomas y un laboratorio, existe el Lego Studio”, sostiene Jaume Catalá, de Robotix, el partner de la compañía danesa. Los programas educativos de Lego tienen mucho predicamento en Escandinavia “por su proximidad”, sostiene Catalá, en Reino Unido, Alemania y Estados Unidos. “Allí están muy extendidos algunos recursos, por ejemplo los robots, pero no en el currículo”, continúa.

En clase de Ciencias los alumnos de este liceo están aprendiendo lo que es una rueda y en esa hora tienen que fabricar un coche. Tienen el modelo y mientras uno sigue las instrucciones y da órdenes, otro busca las piezas y otro construye. No conocen el lenguaje de la mecánica, pero se hacen entender sin problema. — ¿Por qué no funciona?, les pregunta el profesor. —Por lo de las ruedas, que nos hemos equivocado, contesta una niña que, como el resto, de la emoción trabaja de pie. Lo que les falta son piezas en el engranaje y empiezan de nuevo la parte final del proceso.

La complejidad de la tarea avanza con los años. “Todos pasan por aquí al menos una hora a la semana. No es un juego. Los profesores han tenido que formarse y existen unidades didácticas”, explica María Campo, la directora pedagógica de la escuela. “Aprenden que es una grúa, que es una palanca o el equilibrio, que les viene muy bien para entender la Física, por ejemplo. Pero también les enseña a ser creativos, a la expresión oral y a trabajar en equipo”, prosigue. Así, la idea es que lean un cuento, lo escenifiquen con legos, lo graben y lo proyecten. O al revés, de una escena con piezas ellos tengan que crear algo artístico o literario, siempre como trabajo en grupo.

“Son muy intuitivos y aprenden rapidísimo. En nada de tiempo nos dan mil vueltas”, ironiza Miguel Clemente, profesor de Tecnología sobre sus alumnos de secundaria. Por su afición a los videojuegos están acostumbrados a arrastrar iconos y pronto son capaces de programar para hacer que un coche ande y se pare en el límite o dé la vuelta. Para ello tienen que hacer cálculos físicos y matemáticos en el ordenador y luego aplicarlo en el aula.

Difícilmente en una clase magistral van a entender mejor las fórmulas de la fuerza o la energía o conceptos matemáticos de trigonometría o geometría que construyendo su propia máquina. Y es muy útil para el futuro. Cada vez más profesiones obligan a conocer programación: la biogenética, las artes gráficas o el mundo empresarial.

Las clases les sirven a los adolescentes del Liceo Europeo para practicar antes de participar en la Lego League. En ella hay que presentar un proyecto —este curso para mejorar la educación— y resolver un desafío robótico. Hay 24 torneos en España, los equipos mejor puntuados juegan la final nacional y los vencedores la mundial en Estados Unidos. En la pasada edición compitieron 200.000 niños de todo el mundo.

Nos vemos en clase! Carmen

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